Si hay una fecha del calendario que me encanta es el 23 de abril: el Día del Libro. Es una jornada en la que los apasionados por la lectura disfrutamos al máximo. Y no sólo eso. Es un día en el que los libreros sacan a las calles sus tesoros: aquellos libros que quieren ofrecer a todos los que se animan a participar de esta fiesta. El pasado domingo tuvimos la suerte de poder celebrar de nuevo este día con el resto de librerías de la ciudad.
Amaneció un día estupendo, con un sol radiante, de esos que animan a salir de casa y pasear por la ciudad. Nada que ver con los chaparrones que cayeron en la edición del año pasado.
Los preparativos y el montaje siempre son algo estresantes pero, a las 10 ya estaba todo dispuesto a recibir a los primeros visitantes.
Familias enteras, abuelos que miraban y elegían cuentos para sus nietos, público juvenil, niños buscando el último número de su colección favorita… ¡De todo hubo! Y creo que, entre todos los libreros, logramos que el público que se acercó a nuestros puestos disfrutara del día tanto como nosotros.
Las Ferias y Días del Libro tienen algo especial.
Es imposible trasladar a esos cuatro metros de exposición todo lo que quieres, así que hay que elegir muy bien lo que se lleva. Los libreros buscamos entre nuestros estantes aquellos libros y álbumes ilustrados que nos han marcado, que nos traen recuerdos especiales o que queremos que nadie pierda la oportunidad de conocerlos y disfrutarlos. Y, ver como la gente se va contenta con su adquisición es algo indescriptible.
Puede ser un libro que llevabas tiempo deseando o un descubrimiento del momento. Pero siempre regresas a casa feliz y contento.
El día después siempre es muy cansado porque toca volver a la realidad y devolver los libros y cuentos a su sitio pero, a pesar de todo, siempre merece la pena. Así que, solo me queda por decir que os agradecemos las visitas, los ánimos y las ganas de disfrutar con nosotras de un día tan especial como es el Día del Libro.
¡Hasta el año que viene!