Cada vez más, los álbumes ilustrados no solo están dirigidos a niños y niñas sino que los hay que se escriben e ilustran
pensando en los más mayores. Y, por supuesto, están las historias que sirven para todo el mundo, grandes y pequeños. “Rosa a
pintitas” es uno de estos libros.
Tiene unas ilustraciones preciosas y cuenta una historia sencilla y muy tierna, de esas que te dejan una sonrisa en la cara
cuando pasas la última página.
Una rosa, una margarita, un tulipán.
Adèle hace ramos con las flores que el dueño del ultramarinos le trae del mercado.
Son unos ramos redondos que luego coloca en las mesas de su café,
el único de la zona: El Delantal a Pintitas.
Pero El Delantal a Pintitas no es un simple café. Los miércoles se convierte en mercado.
Y los sábados, en cine. Algún otro día de la semana se organizan veladas temáticas.
Y los domingos solo abre para los clientes de siempre.
Cuando hace bueno, Adéle sonríe, silba, canta, abre las ventanas de par en par.
Pero apenas empiezan a caer unas gotas , se encierra en casa. Pierde todo su entusiasmo.
Hasta que un día , descubre un par de botas de lluvia rosas olvidadas en su café.
Y al día siguiente, un impermeable rosa.
Y al siguiente… ¡un paraguas también rosa!
¿Podrá desafiar a la lluvia y al color gris y ver el encanto que puede tener la lluvia? ¿Descubrirá Adèle quién es el que le deja
estos misteriosos regalos? Sólo tiene que dejarse llevar y disfrutar…
Antes de llegar a su destino, deja de llover. Pero los dos hacen como si no se hubieran dado
cuenta. Se sienten tan bien bajo el paraguas… Bien cerquita el uno del otro para entrar en
calor. Lo que no advierten es que, tras ellos, sus pasos van dejando, impresos en la tierra
empapada, cuatro pequeños soles radiantes…